Había una vez en la bulliciosa ciudad de Prosperidad un pequeño comerciante llamado Carlos. Durante años, Carlos había manejado su tienda de alimentos con esfuerzo y sacrificio. Su tienda, ubicada en una esquina discreta del barrio, era conocida por sus productos de calidad y su atención personalizada. Sin embargo, con el paso del tiempo, Carlos vio cómo los grandes supermercados y las cadenas de tiendas comenzaron a apoderarse del mercado. Las promociones agresivas y los gigantescos presupuestos publicitarios de estos negocios le robaban poco a poco a sus clientes, dejándolo cada vez más preocupado.
Las ventas de Carlos comenzaron a caer. Los vecinos que antes compraban en su tienda ahora preferían las grandes cadenas, atraídos por sus precios más bajos y la facilidad de comprar en línea. Carlos veía cómo cada día era más difícil llenar su tienda con clientes, y sentía que los grandes negocios le estaban quitando el pan de la mesa. “¿Cómo puedo competir con ellos?” se preguntaba.
Un día, mientras tomaba café en una plaza cercana, su amigo Jorge, un emprendedor que había logrado posicionar su negocio de tecnología en medio de esa dura competencia, le habló de un sistema llamado GAVESE. “Es un modelo completamente diferente a lo que has visto, Carlos”, le dijo Jorge. “Con GAVESE, no solo vendes tus productos, sino que también compartes las ganancias con tus clientes. Esto los fideliza y te ayuda a competir con los grandes negocios sin necesidad de gastar en publicidad o promociones masivas.
”Carlos levantó una ceja, intrigado. “¿Cómo funciona eso de compartir las ganancias? Ya de por sí gano poco… ¿por qué querría repartirlo?
”Jorge sonrió. “Lo sé, suena extraño al principio. Pero escucha esto: cuando un cliente compra en tu tienda a través de GAVESE, el sistema reparte una parte de esa ganancia entre la red de amigos y familiares del cliente, si es tu cliente, queda en tu red y tú también ganas. No solo ellos ganan, sino que también tú. Aunque al principio parezca que estás cediendo algo, en realidad estás invirtiendo en su lealtad y en tu futuro. Y eso no es todo: con GAVESE, tu inversión en inventario rinde mucho más. Imagina que por cada $10,000 pesos que inviertes, puedes vender $100,000 gracias a la red de clientes que vas construyendo en un plazo relativamente corto, trabajando menos, yo personalmente vendré a apoyarte porque estarás en mi red de amigos.
”Carlos, acostumbrado a ver su margen de utilidad desaparecer entre tantos gastos, quedó pensativo. “¿Y eso cómo me ayuda a competir con los grandes supermercados?”
Jorge le explicó: “Los grandes negocios pueden tener más clientes, pero no tienen la cercanía ni la confianza que tú has construido con tus vecinos. Con GAVESE, cada vez que un cliente compra en tu tienda, el sistema lo recompensa con Gavitones, puntos que pueden usar para reducir el precio de sus futuras compras. A medida que tus clientes recomienden tu tienda a sus amigos y familiares, porque ellos también ganan Gavitones por esas compras, tus ventas aumentan y más gente comprará a través de tu red en otros negocios o en el tuyo, y tú seguirás ganando, aunque no estés haciendo nada directamente, ganas por las compras que tus clientes hacen en otros negocios.
”Carlos quedó impresionado. “Pero ¿y si mis amigos y conocidos no se interesan?”
“Esa es la parte más interesante,” continuó Jorge. “GAVESE también te permite referir a otros emprendedores o comerciantes como tú. Si convences a tus colegas de unirse, cada venta que ellos hagan a través de la plataforma te generará un porcentaje. Imagina que refieres a Raúl, que tiene una tienda de ropa, o a Ana, que dirige una peluquería. Cada vez que uno de sus clientes compre algo, tú también recibirás un porcentaje en tu cuenta virtual.
Es como tener una tienda por departamentos como Liverpool o Sears donde encuentras todo lo que necesitas pero ahora de todos nosotros, algo así como un centro comercial a cielo abierto, una tienda comunitaria o un tíanguis permanente donde cada vendedor tiene su espacio para ofrecer sus productos o servicios a los afiliados y este pueda adquirirlos con los Gavitones ganados sin perjudicar al vendedor que recibe el pago pactado cuando lo solicite, como una red de pequeños negocios trabajando juntos, multiplicando tus ingresos y ofreciendo más productos y servicios como ellos pero con la mejor atención y cerca de sus casas y lo mejor es que, es por toda tu vida, llegará el momento en que te puedes retirar sin miedo a quedar sin Gavitones porque tu red te los da.
Esa misma tarde, Carlos decidió unirse a GAVESE. Al principio, le costó entender cómo funcionaba el sistema de compartir ganancias, pero pronto empezó a notar el cambio. Los clientes ya fidelizados volvían más frecuentemente, atraídos por los descuentos y recompensas que recibían en forma de Gavitones, también observó que podían comprar más productos y su trabajo disminuía. A medida que la red de Carlos crecía, también lo hacían sus ventas. Pronto, no solo su tienda estaba prosperando, sino que había comenzado a referir a otros pequeños comerciantes de su barrio, quienes también estaban sufriendo bajo la sombra de las grandes cadenas.
Raúl, el dueño de la tienda de ropa, y Ana, la dueña de la peluquería, se unieron al sistema, Pedro el contador y hasta Humberto el mecánico. Cada vez que uno de sus clientes compraba algo en GAVESE, Carlos veía cómo su cuenta de Gavitones crecía. Sin darse cuenta, había creado una red de negocios locales que competía con los grandes jugadores del mercado, no a través de descuentos masivos o costosas campañas de marketing, sino a través de la lealtad y las recomendaciones de sus clientes.
Con el tiempo, Carlos vio cómo su pequeño negocio, que había estado al borde del fracaso, comenzó a florecer. Los grandes supermercados seguían allí, con sus promociones y campañas, pero ahora Carlos tenía algo que ellos no podían ofrecer: una comunidad de clientes que se beneficiaban al comprar en su tienda y que, además, lo recomendaban a otros.
Carlos comprendió que, al unirse a GAVESE, había hecho la mejor inversión de su vida. No solo había recuperado el control de su negocio, sino que también había construido una red que le generaba ingresos de manera constante. Y lo más importante, se dio cuenta de que ya no estaba solo en la lucha por mantener su tienda a flote; ahora, tenía a toda una comunidad de pequeños emprendedores trabajando juntos por un futuro mejor.
En la bulliciosa ciudad de Prosperidad, Carlos no solo vio cómo su negocio comenzaba a prosperar gracias a GAVESE, sino que también descubrió una nueva oportunidad. Mientras su red de clientes crecía y sus ventas se multiplicaban, Carlos decidió que no quería enfrentar solo a los grandes supermercados; quería que todo su barrio y los vecinos también tuvieran una oportunidad.
Empezó a hablar con los dueños de las otras pequeñas tiendas vecinas, aquellas que, al igual que él, luchaban por sobrevivir en un mercado dominado por gigantes. Una mañana, visitó a Don Luis, el carnicero de la esquina, y le habló del sistema. “Don Luis, con GAVESE no solo seguirás vendiendo tus productos, sino que además, cada vez que un cliente compre en tu carnicería, tú recibirás más que una simple ganancia. Y si invitas a otros comerciantes del barrio, como lo estoy haciendo contigo, ganarás un porcentaje de cada venta que ellos hagan.
”Don Luis, escéptico al principio, se animó a probar. Después, Carlos fue donde Marta, la dueña de la tienda de frutas, y luego donde Teresa, que vendía artículos de limpieza. Les explicó lo mismo: “Cuando tus clientes compren, tú ganarás. Y cuando los clientes de las otras tiendas afiliadas también compren, recibirás un porcentaje adicional en tu cuenta, aunque ellos no compren directamente en tu tienda, esto bajará tus costos y aumenta las ganancias.
”Al principio, sus vecinos no entendían cómo un sistema que compartía las ganancias podía ser más rentable que sus métodos tradicionales. Pero Carlos insistió: “GAVESE no solo te ayuda a vender más, sino que te permite formar una red. Al invitar a tus colegas, como yo estoy haciendo con ustedes, cada venta que ellos realicen te genera ganancias también. No importa si están comprando carne, frutas o artículos de limpieza; si alguien en la red hace una venta, todos ganamos.
”Y así fue. Carlos invitó a varias tiendas del barrio a unirse al sistema, algunas en otros Estados que también replicaron lo dicho por Carlos e hicieron sus red de tiendas solidarias y su red de compradores. Con el tiempo, estas pequeñas tiendas comenzaron a notar lo mismo que él había experimentado: más clientes, más ventas y una red de ingresos que no paraba de crecer. Cada vez que Don Luis vendía carne, o Marta despachaba frutas, Carlos veía cómo su cuenta de Gavitones aumentaba, porque había sido él quien los había invitado al sistema y visualizó que pronto podría retirarse y vivir de esos ingresos y darle la oportunidad a otros emprendedores sin miedo de quedarse sin ingresos y agradecido de poder disfrutar una vida digna.
Lo que empezó como una estrategia para salvar su propio negocio, se convirtió en un movimiento de colaboración entre los comerciantes del barrio. Ahora, en lugar de competir entre ellos o contra los grandes supermercados, trabajaban juntos, compartiendo clientes, comprando al mayoreo unidos y, lo mejor de todo, compartiendo ganancias. Mientras los grandes supermercados seguían con sus promociones y ofertas masivas, las pequeñas tiendas del barrio habían encontrado su propia fórmula para crecer y prosperar.
Carlos no solo había rescatado su negocio, sino que también había impulsado la economía de su comunidad. Cada vez que alguien en el barrio compraba en una de las tiendas afiliadas a GAVESE, todos los comerciantes de la red ganaban. Gracias a su visión y a su decisión de invitar a otras tiendas vecinas, Carlos descubrió que el éxito no está en competir ferozmente, sino en cooperar, colaborar y compartir.
Y así, Carlos y sus vecinos vivieron tranquilos, sabiendo que habían construido algo más que negocios exitosos: habían creado una red de apoyo mutuo que les permitía enfrentarse juntos a los gigantes del mercado. Y colorín colorado, en Prosperidad, la verdadera magia del éxito radicaba en la unión.